El evangelio nos muestra la magnitud del perdón de Dios, que cubre la más grande deuda del hombre: la deuda por sus innumerables pecados y rebeliones con Él. Esta deuda no hay forma de pagarla por nuestros medios, por eso Dios, que es rico en misericordia, proveyó un generoso perdón para todo aquel que reconoce esa deuda y su incompetencia para pagarla.